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Servir a personas de diferentes orígenes y con diferente equipaje puede ser un desafío en la práctica diaria de la terapia. Cada nuevo contexto en el que entramos en contacto nos impacta y transforma, generando cambios. Pero, ¿pueden los impactos de la atención sobre el terapeuta obstaculizar el desempeño profesional?

Conducta

La buena gestión en la práctica terapéutica depende, en cierto modo, de las características y habilidades intrínsecas del propio terapeuta. Las emociones y pensamientos que siente el terapeuta durante las sesiones pueden ser más difíciles de controlar y describir, lo que es posible lograr después del análisis de las visitas, si es necesario, la búsqueda de supervisión y opiniones técnicas de otros profesionales.

Rendimiento

Dependiendo de la demanda, el terapeuta puede encontrarse confrontado entre la necesidad de un buen desempeño profesional y su experiencia personal de esta experiencia. Cuando se le desafía, el terapeuta puede enfrentarse al miedo de perder al cliente y su falta de repertorio para lidiar con la situación presentada. En este caso, es posible que el terapeuta tienda a emitir conductas para retener al cliente y no perderlo, con el fin de garantizar la continuidad del proceso terapéutico y calmarse ante el desafío. Pero lo importante es que el terapeuta conozca los límites de su propio repertorio y sepa dónde hay espacios para llenarse de más experiencia.

Diversidad

El repertorio más amplio será el contacto con la diversidad de géneros, orientaciones sexuales, roles sociales y vivencias de las minorías, ya que no toma en cuenta solo la experiencia de la mayoría y busca llegar como destinatarios a quienes necesitan espacio para encontrar su cura. y equilibrio.

Temas

Entre los principales temas que generan grandes impactos en el desempeño del terapeuta profesional, encontramos diferentes valores morales, éticos y religiosos, que revelan la estructura de reglas que seguimos y cómo orientamos nuestra moral y conducta profesional. El terapeuta no siempre se siente dispuesto a distanciarse temporalmente de sus valores y principios para acercarse a la empatía de mirar al sujeto atendido en sus motivaciones y preferencias, sin juicios.

Los temas aversivos planteados por el cliente también pueden generar la sensación de tener un problema con el cliente. Es necesario que el terapeuta recuerde que nada de lo que sucede en el entorno terapéutico se trata de él, sino del cliente atendido.

Falta de respeto

La falta de respeto es un tema generalmente difícil de tratar en cualquier área de la vida, y puede ser que experimentarlo dentro del entorno terapéutico también sea un desafío. A menudo, la falta de respeto da lugar o va acompañada de sentimientos y comportamientos agresivos e inapropiados para la situación, con lo cual el terapeuta necesita usar flexibilidad y flexibilidad para adaptar su conducta a las necesidades de la persona a la que se atiende.

Interpretación

Los errores de interpretación pueden afectar la conducta del terapeuta y pueden traer sentimientos de frustración y pensamientos negativos que compiten con los comportamientos apropiados para la sesión. No te desanimes cuando te des cuenta de que cometiste un error, trata de corregir tu error de forma creativa, para que le quede claro al cliente que lo que importa es la capacidad de volver a levantarse tras un error. Disculparse no te rebaja como profesional, al contrario, demuestra que estás creciendo y es un ejemplo de autoconfianza y equilibrio.

Envidia

Finalmente, es posible que se presenten sentimientos de envidia en relación a la condición del cliente, que en ocasiones puede estar experimentando muchas dificultades pero no ve sus beneficios y privilegios, y puede ser un desafío para el terapeuta mantener la paciencia y la comprensión, sin reaccionar. agresivamente o dejarse llevar por la falta de control.

Autocuidado

El terapeuta también hace terapia y también se aplica a sí mismo las prácticas de su sesión. El autocuidado y el autoconocimiento son fundamentales para que el terapeuta tenga claro quién se encuentra dentro del escenario terapéutico y pueda, sin herir su autenticidad, conducir el proceso terapéutico sin convertirse en el centro de su atención y sin descuidar a la persona que busca ayuda.

¿Y tú, terapeuta, te cuidas? ¿Conoce las limitaciones que pueden afectar su desempeño profesional?

 

Referencias

BANACO, R.A. El impacto del cuidado en la persona del terapeuta. Temas psicológicos. 1993; 1 (2).



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