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Resiliencia es una palabra derivada del latín “resilire”, que significa rechazar, retroceder, volver al estado anterior, la capacidad de soportar grandes impactos de temperatura y presión y poder recuperarse y volver a su forma anterior. .

Las personas resilientes son aquellas que se considera que tienen una buena capacidad para recuperarse de la adversidad, por ejemplo, sobrevivir a un trauma y tener una perspectiva positiva desde la cual reconstruir.

Desafíos

El terapeuta debe estar preparado para construir nuevos caminos ante situaciones desafiantes, estresantes o incluso traumáticas, ya sean propias o de sus clientes. Por lo tanto, esta es una habilidad que todo terapeuta debe desarrollar para convertirse en un profesional calificado. Desarrollar su inteligencia emocional es una inversión en su carrera como terapeuta.

Resiliencia profesional

La resiliencia profesional consiste en gestionar bien situaciones incómodas, superar obstáculos, aplicar la inteligencia emocional en el trabajo y llegar al final de las tareas.

Pero, ¿cómo puede el terapeuta volverse resiliente?

Componentes

Para desarrollar la resiliencia, el terapeuta debe tener en cuenta algunos pilares. El manejo eficiente de las emociones, por ejemplo, mantener la calma ante un problema y utilizar pistas para comprender mejor las situaciones y las personas son fundamentales en la práctica terapéutica.

Autocontrol

Es necesario mantener una actitud profesional y de respeto personal, no dejarse llevar impulsivamente por las emociones y ser optimistas de que las cosas pueden mejorar. La creencia en poder solucionar tus problemas y tener el control de tu salud también conforman la resiliencia, que se puede aprender como cualquier otra.

Reinvención

La resiliencia también tiene que ver con la capacidad de levantarse, mantenerse al día y estar en constante desarrollo personal para que puedas ayudar a otras personas a encontrar sus formas de fortalecerse.

Con el tiempo de la experiencia, los desafíos crecientes exigirán esta constante reinvención del terapeuta, por lo tanto, invierta en su madurez personal para apoyar las demandas que le lleguen.

Fortificación

La autoestima del terapeuta y su confianza en su potencial, sus habilidades y su experiencia pueden verse afectadas cuando un caso es inusual frente a los demás. Por lo tanto, el profesional debe buscar fortalecer cada situación difícil que enfrenta y ser más capaz de no sentirse abrumado cuando surgen nuevos problemas.

Autopercepción

Percibirse a sí mismo como una persona fuerte y capaz, que tiene los medios para aprender a lidiar con las desgracias, ayuda a mantener una postura resistente. Evalúe su autopercepción como terapeuta y evalúe si puede confiar en sí mismo.

Conexiones

Mantener conexiones significativas con sus clientes, teniendo en cuenta a los seres humanos que encuentran y no solo sus diagnósticos y tratamientos, fortalece la resiliencia del terapeuta dentro del entorno terapéutico.

Presiones

Estar en un mercado laboral cada vez más exigente y competitivo requiere que el terapeuta gestione demandas externas. Tener equilibrio para valorar tales demandas, ver las razones por las que la situación afecta al terapeuta y aprender a tener una distancia saludable para ver las cosas «afuera» son herramientas para estos momentos.

¿Y tú, el terapeuta, tienes herramientas para afrontar retos profesionales con resiliencia?



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